Mi Vida En Manhattan

Clara me esperaba, tal y como dijo, en las puertas de la biblioteca.
-¡Hola!
-Hola-sonreí. Cada vez me acostumbraba a su presencia.
-¿Entramos? Está a punto de echarse a llover…
Asentí con la cabeza y entré detrás de ella. La seguí. El recibidor era grande y con el suelo de baldosas blancas al igual que las paredes. Una mujer de aspecto severo nos observó desde detrás de un mostrador. Clara la ignoró deliberadamente y continuó su camino. Abrió una puerta que nos condujo a una gran sala repleta de estanterías y mesas de arce. Me llevó a la más alejada donde nos sentamos.
-¿Por dónde empezamos?-susurró aunque la biblioteca estaba casi vacía-¿Me dejas ver tus apuntes?-asentí, tendiéndoselos.
Sacó una carpeta de su bolso y comenzó a contrastar sus apuntes mientras yo estudiaba por el libro. De vez en cuando me preguntó alguna cosa pero por lo demás no hablamos. A las dos horas levanté la vista del libro, estaba cansándome. Me froté los ojos con una mano.
-Voy a beber algo a fuera-dije levantándome-¿Quieres algo, o vienes?
Ella negó con la cabeza.
-Te espero aquí.
Me levanté y me estiré. Nada más salir por la puerta había una máquina de bebidas y de comida. Saqué una Coca-cola y, saliendo al exterior, la bebí rápidamente. Me acerqué a una papelera que había al cruzar la calle y tiré la lata antes de volver al interior, junto a Clara.
-¿Me podrías explicar esto?-dijo señalando unos apuntes escritos con mi letra-No acabo de entender a que te refieres…
-Déjame ver-me acerqué a ella. Estábamos muy cerca. Empecé a leer los apuntes y a seguir lo que leí con el dedo intentando comprender. Acariciando las palabras con delicadeza. Me agarró la mano. Me sobresalté-Clara…
-¿Mike?
Era la voz de Abril. Me giré, soltando mi mano.
-¡Hola!-murmuré.
Me miró con una mezcla de enfado y decepción. No estaría pensando que yo y Clara… Era imposible. Ella sabía que la quería. A ella y solo a ella.
-¿Sabes? Vine a verte pero mejor quédate estudiando con tu amiga-señaló a Clara con la cabeza y se dio media vuelta, apresurada. Media biblioteca nos miraba, reprochándonos con la mirada que habíamos hablado demasiado alto.
Noté que respiraba hondo antes de marcharse. Sin girarme a mirar a Clara y dejando mis cosas tiradas salí tras ella.
-¡Espérame!-exclamé nada más salir al aire libre. Respiré, sentía que me estaba ahogando.
Se volvió y vi que la ira brillaba en sus ojos castaños.
-¿Qué se supone que estabas haciendo? ¡No parecía que estudiar!-continuó sin darme tiempo a explicarme-¿Sabes qué? ¡Me da exactamente igual lo que hagas! Eres libre de hacerlo como ya ha quedado más que claro-se giró.
-¡Déjame explicarme!-grité. No aguanté más-Estaba estudiando, es la verdad. Ella me acababa de preguntar que quería decir una cosa en mis apuntes y yo se lo estaba explicando.
-¿Y la mano?-preguntó, recelosa.
-Me la agarró-me avergoncé de mí mismo. Aunque no entendía su punto de vista.
-¿Y ella no sabe que yo soy tu novia?-dijo, acercándose la mano a la cara.
-Sí que lo sabe. Por favor, créeme-me acerqué a ella-Sabes que eres la única.
Le agarré la mano que unos instantes antes había rozado su rostro y me percaté de que estaba mojada. Lágrimas. La besé. Al principio se resistió pero acabó cediendo.
-¿Me crees?
-Si, siento haber montado este numerito de circo.
-No has montado ningún numerito. Además de pequeño siempre quise ser payaso-sonreí.
Sonrió, todavía algo titubeante.
-Tengo que irme-dijo.
-Espérame, recojo mis cosas y te acompaño.
-Está bien-musitó.
Me adentré en la biblioteca donde Clara seguí sentada ojeando mis apuntes.
-Me voy. Adiós.
Le arrebaté mis cosas y las guardé apresuradamente en la mochila.
-¿Ha pasado algo?-me percaté de que le daba exactamente igual lo que pasara.
-No, pero tengo que irme.
Me marché y acompañé a Abril a su casa. Permaneció todo el trayecto en silencio, sin hacerme demasiado caso. Cuando la fui a besar se estremeció.