Archive for octubre 2011

Capítulo 32

Los días pasaron veloces. Ajetreo, compras en familia, ratos en familia, ratos en solitario y breves charlas con Abril. Fui a comprarle un regalo, no sabía el que, pero, en la sección de joyería de mi centro comercial favorito, me decidí por una sencilla pulsera de mano, en plata en la que mandé grabar unas iniciales.


A        y       M

Le gustaría, de eso estaba seguro.

Después llegó Nochebuena, Navidad y los intercambios de regalos posteriores a Año Nuevo.

Un par de días después, me encontré a mí mismo de nuevo en un aeropuerto abarrotado, despidiéndome de mi familia otra vez.

Me dirigí solo al lugar de embarque, junto al lugar donde los recién llegados a Nueva York pisaban tierra firme después de quién sabe cuántos kilómetros. Un silbido hizo que me girara. Venía de las puertas de desembarque.
-¡Ey, tú!
Un chico moreno y alto, muy familiar se acercó. Era Diego.
-¿Qué quieres?-dije con bastante mal humor. Cuando lo veía solo me entraban ganas de romperle la cara por gilipollas.
-Quiero que sepas una cosa-dijo, regodeándose en su ego. Ese tipo era repugnante, bueno, tal vez para todo el mundo no, pensé con desánimo.
-Habla, no tengo todo el día.
-Vengo de Barcelona.
-¡Qué bien! ¿Me vas a enseñar las fotos?-dije con la voz cargada de sarcasmo aunque me sentía completamente desanimado.
-Ja, ja-dijo con expresión burlona-Vi a Abril.
-¿Y qué?-¿te dio un buen bofetón, que seguro que lo merecías?
-Pues que te andes con cuidado-dijo palmeándome el brazo.
-¿Por qué?-dije haciéndome el tonto.
-Eres más ingenuo de lo que pensaba-se quedó en silencio y luego volvió a hablar-Mira, quiero salir con ella, es guapa y la conozco de toda la vida, y haré lo que sea para conseguirlo. Sé que todavía me quiere-dijo con tono de confesión.
Me quedé en silencio, sin palabras para expresar lo que sentía.

Me dirigió una malévola sonrisa y se giró, después de decir:
-¡Suerte para conservarla! No te encariñes demasiado.
Estuve a punto de darme media vuelta y pegarle. ¿De qué iba ese tío? ¿Encariñarme? Yo no estaba con ella por capricho, al contrario de lo que quería él. Yo la quería de verdad. Sería gilipollas. Retomé mi camino, rezumando enfado. Subí al avión y me pasé todo el camino meditando sobre las palabras de Diego. Había dicho que viera a Abril. ¿Habían quedado? ¿O habría sido una simple coincidencia? ¿Ella había querido verle? ¿Qué seguía sintiendo Abril? ¿La perdería? ¿Por ese estúpido que sólo estaba encaprichado?

Trece horas después seguía igual que al subir al avión. Tiré de mi maleta con enfado nada más sacarla de la cinta transportadora.
-¡Mike, Mike!-Abril me gritaba desde la puerta.
Se acercó corriendo.
-¡Hola, te eché de menos!-me besó. Me perdí en sus labios.

Cuando nos separamos la miré a los ojos con fijeza. Intentaba ver si había algún sentimiento hacia Diego albergado en su interior. Era una tontería, sí, pero me sentí más a gusto engañándome al pensar que no había nada inusual.

-¿Qué tal todo? Casi no hablamos nada.
-Pues bien, en general.
-Oh, me alegro. ¿Nos vamos? Debes de estar cansado.
Asentí, arrastrando la maleta. Nos acercamos a la parada de taxis y nos montamos. Le mencioné que le había comprado algo y se lo quería dar pero ella se negó. Dijo que se lo podría dar cuando ella también pudiera darme el mío. Mandé un mensaje al móvil de mi hermana diciéndole que ya estaba en Barcelona y, después de despedirme de abril en la puerta de su casa fui a la mía, donde me metí en la cama después de ponerme en pijama. Dormí mucho y tranquilo, sin preocuparme como cuando estaba despierto.

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Capítulo 31

Al día siguiente madrugué y quedé con Jake. Ambos fuimos a Manhattan Mall. Era enorme y podías encontrar de todo.
-¿Por qué empezamos?-pregunté.
-Yo con mis padres termino rápido-dijo Jake.
Asentí.
-¿Tu madre?
-Perfume-contestó muy seguro.
-¡Qué típico!-reí.
-Bueno a ella seguro que le gusta-se defendió.
-¿A tu padre una corbata, no?-continué bromeando.
-¡Gilipollas! Cállate-obedecí y sonreí.
Jake estuvo discutiendo un rato con la dependienta cual era el perfume ideal para su madre. Yo estuve mirando colonias y demás con aburrimiento. Al final se decidió por uno que venía en un bote alto y de cuello delgado con un tapón circular. La dependienta se lo envolvió y guardó en una bolsita.
-¿No decías que terminabas pronto?
-No me metas prisa.
-¿Para tu padre?-lo seguí-Creo que las corbatas están en la otra dirección.
-¡Mira, qué eres pesado!
-Gracias-dije con aire burlón.
Se detuvo, intentando decidir la dirección.
-¿Necesitas ayuda?
-No, gracias.
-Cómprale algo de ropa.
-Si supiera la talla-rió.
-¡Vaya, hijo!
-¿Acaso tú la sabes?-cortó.
Enrojecí y reí. No tenía ni idea.
-Pues, cómprale una corbata.
Rió.
-Ahora en serio que si no no terminamos ni mañana.
-¿Pasamos a mis padres y después volvemos al tuyo?
-Está bien.
-Vamos a joyería.
-¡Qué decidido!
-Ya lo tenía pensado.
En un cuarto de hora me había decidido por un bonito y sencillo collar en forma de medallón de plata.

Después fuimos a buscar algo para mi padre. Le compré una corbata muy hortera (quería reírme un poco al ver su cara al abrirla) y un jersey con el que esperaba acertar en la talla.
-Venga, espero que te hayas decidido.
Asintió y compró unos mocasines de cuero.
Nos miramos.
-¿Quién toca?
-¿Vamos a mi prima primero? Va a ser más fácil.
Asentí y él le compró una camiseta y unas sandalias que le había dicho que quería comprarse ella misma.

Después, nos tocó Rachel. Ambos nos miramos.
-Misión imposible 5.
-O 6-reímos.
-La originalidad al poder-exclamé.
-Ya lo tengo-exclamé.
Le compré unos rotuladores para que pintara la escayola (otra broma mía) y un vestido. Jake le compró la chaqueta a juego y el fular.
-¿Sabes? Le tengo que comprar algo a Abril.
-Pues si quieres comemos por aquí y lo compramos en un rato.
Negué con la cabeza. Quería ir solo.

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Capítulo 30

Al día siguiente estuve en casa, con Rachel. Abril me llamó y le conté todo. Se entristeció e insistió en que quería hablar con Rachel para saber que tal estaba. Por las miradas que mi hermana me dedicó después supe que no sólo habían hablado de fracturas de fémur. También lo supe gracias al tono en que Abril me habló antes de despedirnos. Algo se estaba cociendo, eso seguro. Jake le restó importancia.
-No hagas caso, te estás volviendo un paranoico-dijo mientras insertaba un CD en mi ordenador.
Sacudí la cabeza, sin creerlo.
-Mike, si está contigo será por algo. Si quisiera a Diego ya te habría dejado.
-Gracias por los ánimos-gruñí.
-Es mi opinión, si no te gusta, me marcho-dijo encogiéndose de hombros y cambiando de canción.
-Está bien, no te enfades pero tú no sabes lo que es-me defendí.
-No, claro como yo no quiero a nadie-dijo con sarcasmo.
-Bueno, pero Rachel no tuvo una historia de amor como la de Abril con Diego. ¡Toda la vida Jake, toda la vida!
Se encogió de hombros otra vez.
-¿Porqué no hablas con ella?
-No, tengo…-miedo de decir que no quiere seguir conmigo.
-Lo que tenga que ser, será.
-Ya, pero por que tenga que ser no implica que sea bueno.
-Touché.
-¡¡Mike!! ¿Te quedan rotuladores?
-¡Sí!-grité y me acerqué a la habitación de Rachel con un puñado que había cogido de un bote cercano al ordenador.
-Gracias-sonrió mientras se los acercaba.
-¿Puedo ver?-señalé con la cabeza su pierna escayolada.
-¡No!-dijo haciendo que sus amigas me taparan la vista-Cuando esté terminada.
Me pregunté que estarían haciendo pero lo dejé pasar. Cuando volví, Jake, cambió de tema.
-Tenemos que ir a comprar regalos de Navidad.
-Sí, es verdad. ¿Mañana te parece bien?
Asintió.
-¿Puedo cambiar de disco?-asentí y, al cabo de unos momentos, All Time Low sustituyó a Bullet for my Valentine-Es una pena que no pudiéramos ir a su último concierto.
-Sí, habría sido genial.
-¿Sabes cuándo habrá más?
-Espera que abro mi correo, ahí me avisan de las novedades.
-¿Estás registrado?-rió.
-Sí,¿por?
-No lo sé, no tienes pinta de seguir a los grupos a través de Internet.
-Sí, ¡qué te crees que no sé que tú también estás registrado!
Enrojeció, no sé si de vergüenza o de furia. Me lanzó un cojín que esquivé con destreza.
-Serás…
-Es en abril.
-A ver si logramos ir-murmuró.
-No creo.
-¿Por qué?
Era el cumpleaños de Abril. No le contesté.

Jake se fue a la habitación de Rachel nada más que las amigas de mi hermana abandonaran la casa. Estuvieron un rato a solas hasta que Jake se marchó.

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Capítulo 29

-¿Qué te pasa?-preguntó mi madre muy preocupada.

-Me duele mucho la pierna-dijo Rachel con un rictus de dolor.
-¿Te diste un golpe?
Me miró con expresión de culpabilidad.
-Bueno…
-Se cayó ayer, patinando-corté. Estaba enfadado con ella.
-¿Cómo no nos lo dijiste?-se enfadó mi padre con ella.
-Porque…-se cayó y bajó la mirada.
-¿Porqué, Rachel?-gritó mi madre.
-Porque no quería arruinar las fiestas, ni las vuestras ni las de Mike, ahora que él estaba en casa-dijo con voz baja.
Mis padres se quedaron de piedra pero yo no.
-Rachel, tú jamás me arruinarías las fiestas-dije antes de abrazarla. Ella me devolvió el abrazo y me sonrió.
Me gustaban esos momentos de complicidad, en los que yo actuaba como un buen hermano mayor que protegía a su hermana pequeña. Y sé que a ella también.
-Bueno, venga que te llevamos al médico, seguramente te fracturaras la pierna o un esguince ¡o qué sé yo!-dijo mi madre levantándose.
-Esperad, os acompaño-dije levantándome para seguir a mi padre, que ya estaba en la puerta.
-No, quédate en casa-me ordenaron-Te llamaremos.
No me gustaba quedarme en casa durante ese tipo de situaciones. Rachel me mandó un mensaje pidiéndome que no me preocupara. Era imposible que no me preocupase. Era mi hermana. No sabía si llamar a Jake y contárselo pero él se adelantó.
-¡Hola, Mike!
-Hola, Jake-gruñí.
-¿Qué pasa? ¿Has discutido con tu novia?-rió.
-No, tiene que ver con la tuya-le gruñí de nuevo.
-¿Discutiste con Rachel? A ver cuenta… ¿Qué te hizo?-bromeó.
-Nada. Es por que como ayer se cayó patinando le dolía muchísimo la pierna y ha ido al médico con mis padre-solté si respirar.
-¿Y está bien?-dijo Jake, ya sin asomo de risa o burla en su voz.
-No lo sé, aún no han vuelto ni me han llamado.
-¿La llamo?
-No, mejor no. Cuando sepa algo te llamaré.
-Está bien, está bien-colgó el teléfono.

Una hora después me llamaron. Rachel se fracturara el fémur. Llamé a Jake y se lo dije, amos habíamos estado preocupados.

Un par de horas después Rachel y mis padres vinieron a casa, cansados y somnolientos. Rachel hizo que le pintara la escayola, rogando que al día siguiente llamara a sus amigas y a Jake para que también lo hicieran.

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Capítulo 28

Fuimos a muchos lugares, Times Square, Central Park, la estatua de la Libertad, y, por supuesto, a tomar un café a la heladería Mc Gregor (hacía demasiado frío para tomar un helado).
-¡Caray!-exclamó mi padre.
-¿Caray?-pregunté.
-Como se nota que ya no trabajas aquí.
Me sentí halagado.
-¿Verdad?-dije, lleno de orgullo.
-Sí, el café se puede beber-dijo riéndose junto con mi madre.
-Muy simpáticos-gruñí.
-No te enfades, anda-dijo mi madre acariciándome el pelo.
Mi móvil sonó.
-Perdón-dije disponiéndome a rechazar la llamada.
-Contesta, contesta-dijeron mis padres levantándose-Te esperamos fuera.
Contesté al móvil. Era Abril.
-¡Hola, Mike! ¿Molesto, interrumpo?-dijo, preocupada.
-Tú nunca molestas-contesté.
-¡Oh, gracias!-rió-¿Qué tal?
-Muy bien ¿y tú?
-Aquí, añorándote-murmuró.
-Yo también te extraño-suspiré.
-¿Dónde estás?
-En la heladería Mc Gregor-deseé echarme a reír, ¡cuántas cosas vivimos ambos en esa heladería!
Oí como suspiraba al otro lado de la línea y decidí hablar.
-Cuantas cosas vividas, ¿verdad?
--Sí, muchas-se quedó pensativa unos instantes antes de reanudar la conversación-Allí nos conocimos.
-Sí-dije en voz baja.
-¿Nunca te has preguntado que habría pasado si a mí no se me hubiera ocurrido pasar por delante de aquella heladería o no hubiera visto el cartel de que se busca empleado?
-No nos hubiéramos conocido. También podríamos no haber sido más que compañeros de trabajo-si tú no me hubieras hecho caso, pensé.
-O si tú no me hubieras hecho caso-dijo, dando voz a las palabras que flotaban en mi mente.
-Eso sería imposible.
-Seguro-musitó repentinamente ensombrecida.
-Pues claro-rebatí.
-¿Estás sólo?
-No, estoy con mis padres.
-Entonces, ¿se puede saber que haces hablando conmigo?-exclamó-Anda, vete con tus padres que te habrán echado de menos.
-Está bien. Te quiero, llámame.
-Yo también, lo haré-colgó y yo salí detrás de mis padres.
Mi madre y mi padre se miraban, cómplices.
-¿Qué miráis?-exclamé con un ligero tono de enfado.
Mi madre sonrió.
-¡Qué mayor te has hecho! Hace unos días eras un bebé y ahora ya…
-Perdón, pero hace cuatro días no era un bebé.
-De edad mental sí-dijo mi padre riéndose.
Sacudí la cabeza.
-Eso me ha sentado mal-dije arrugando la nariz.
-¡No te enfades, anda! Sólo era una broma.
-De muy mal gusto.
-Lo siento, está bien.
-Bueno, disculpas aceptadas-dije sonriendo.
-Vámonos a casa, Rachel no parecía encontrarse nada bien.

Y no lo estaba.

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Capítulo 27

-¿Hoy no sales con Jake?
-No, todo tuyo-dijo sacudiendo la mano.
-¿Os habéis peleado?
-No, que va. Es que no tengo ganas de salir-dijo volviendo a mirar la pantalla de su portátil.
¿Rachel sin ganas de salir? ¡Qué raro! Estaba pasando algo muy, muy gordo. Rachel si podía salir no se quedaba en casa.
-¿Qué te pasa?
-¡Te he dicho que nada! ¿No puedo no tener ganas de salir?
¡No!, pensé rotundamente. Sacudí la cabeza y fui a ayudar a mi madre con la comida.
-¡Oh, gracias por ofrecerte pero no hace falta!
Me encogí de hombros y me senté en el sofá después de encender la televisión. Mi padre llegó a los cinco minutos y se sentó.
-¡Hola, Mike! ¿Qué tal?
-Hola, papá. Yo bien ¿y tú?
Me estuvo explicando que tal en su trabajo y cosas de la empresa en que trabajaba. A veces me sentía culpable por no haberme hecho abogado y trabajar en la empresa aunque sabía que él quería que estudiara lo que realmente me gustara. Y lo que realmente me gustaba era la Antropología.

-¡A comer!-gritó mi madre.

Me levanté y fui a lavarme las manos antes de ir a la cocina.

-¡Qué rico!-exclamé-Hacía muchísimo que no comía carne asada.
-Lo sé, por eso la hice.
-Gracias, mamá.
-De nada.
Rachel estaba muy callada. Sacó su móvil del bolsillo varias veces y no intervino en la conversación.
-¿Qué vas a hacer por la tarde?-me preguntó mi padre.
Me encogí de hombros, no tenía ni idea.
-¿Qué os parece si vamos a pasear o a dónde vosotros queráis?
Asentí. Rachel negó con la cabeza.
-A mí no me apetece-musitó.
-¿Te encuentras bien? ¿Quedaste con Jake o con tus amigas?
-Sí, estoy bien. No tengo ganas de salir-dijo con un tono de enfado.
-Está bien. Pues iremos nosotros tres si no se desapunta nadie más-añadió.
Aceptamos. Mi padre nos avisó de que primero tenía que pasarse por el trabajo a recoger un par de informes y se marchó con rapidez ya que tenía ganas de salir todos juntos.

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Capítulo 26

Al día siguiente madrugué. Me levanté, me duché y preparé el desayuno para todos. Mis padres y Rachel se levantaron y se sorprendieron bastante de que yo hubiera hecho el desayuno, sonreí.
-Pareces que has cambiado-dijo mi madre-Has aprendido a hacer el desayuno sin quemar, tostar, incendiar nada.
Me reí.
-Sí, si no ya tendríamos que haber llamado a los bomberos-añadió mi padre.
Se lo agradecí inclinando la cabeza.
-¿A dónde vas a ir hoy?-preguntó mi madre intuyendo que no pensaba quedarme en casa.
-Pues tenía pensado quedar con algunos amigos.
-¿A qué hora quedaste?-preguntó mi padre-Si es dentro de poco te acerco yo antes de ir al trabajo.
-No, no hace falta, prefiero ir caminando.
-Está bien-dijo encogiéndose de hombros y levantándose de la mesa.
-Ya te vas ¿no?-musitó Rachel con la mirada perdida en el café con leche que tenía frente a ella.
-Sí, cariño. ¿Por qué?
-Por nada-dijo con aire alicaído.
MI padre volvió a encogerse de hombros le dio un beso en la mejilla a mi madre, una a Rachel en la cabeza y, por último, me alborotó el pelo.
-Hasta luego, pasáoslo bien.
Le despedí con un gesto de la mano y miré a Rachel. ¿Estaba bien? No tenía buen aspecto. Mi madre se levantó y fue a hacer las cosas de la casa encargándonos que fregáramos las tazas del desayuno.
-¿Te encuentras bien?-pregunté.
Se encogió de hombros y se apartó un mechón de pelo de la cara.
-Bueno, me duele la pierna de ayer.
-¿Quieres ir al médico?
-¡Qué va!-dijo con inseguridad.
-Venga, que te acompaño.
-No, gracias-dijo apartando la vista.
-Que sí-insistí.
-¡Te he dicho que no!-gritó.
-Vale, haz lo que quieras-me encogí de hombros y seguí fregando.
El silencio se impuso, solo se oía a mi madre desafinar en el salón y el ruido del agua junto con el golpe de los cuchillos, vasos y platos al chocar entre sí.
-Lo siento, no quería ser tan borde-se disculpó en voz baja.
-Si que querías ser tan borde.
Soltó una risita.
-Sí, que bien me conoces.
Sonreí y guardé los platos en la alacena.
-Si no quieres ir me voy ya…
-Vete, no te preocupes.
Guardé todo, me despedí de mi madre y salí de casa. Cuando llegué al portal tuve que subir de nuevo porque me había olvidado las llaves. Las recogí de mi habitación y, esta vez si emprendí mi camino. Fui a Central Park donde había quedado con mi pandilla de amigos del instituto. AL acercarme al banco donde me había besado por primera vez con Abril sonreí. La añoraba, por la tarde la llamaría.
-¡Hola!-gritaron mis amigos y sacándome de mis ensoñaciones.
-Hola, cuanto tiempo.
-Sí, demasiado.
-¿Qué tal por Barcelona?
-¿Y el idioma?
-¿Antropología?
-¿Tienes ya novia?
Fui contestando a todas las preguntas y hablé con todos y cada uno de mis amigos.

Al cabo de unas horas volví a casa. Rachel seguía en ese estado extraño y nada común en ella.

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Capítulo 25

Sonreí al entrar en mi habitación y dejé la maleta. Me tumbé en la cama y cerré los ojos. Me empezaba a doler la cabeza y solo quería dormir. Encendí e ordenador y le mandé un mensaje a Abril. Me había quedado sin batería. Me recosté de nuevo en la cama y me dormí.

A media tarde mi madre me llamó.
-¡Mike!-dijo mientras me sacudía del hombro con cuidado-Rachel quiere saber si irás con ellos.
-¿Ir a dónde?-me incorporé mientras bostezaba.
-Van a ir patinar a Rockefeller Center.
-Sí, dile que voy.
Mi madre se marchó y yo me apresuré a vestirme. Era todo un experto. Todos los años iba varias veces, muchas más cuando era pequeño pero seguía yendo con Rachel, Jake o mis demás amigos. Sonreí y me acerqué al baño para peinarme. Me puse unas botas y busqué a mi madre que estaba hablando por teléfono en el salón.
-¡Mamá! ¿Es Rachel?
Asintió y me indicó que cogiera el teléfono.
-Hola, Rachel. Sí que voy. ¿Dónde quedamos?-dije sin dejarla hablar.
-Te espero allí-colgó el teléfono.
Salí rápido, solo deteniéndome para coger una chaqueta y decirle adiós a mi madre.

Me acerqué andando a Rockefeller Center. Era un trayecto algo largo pero me apetecía caminar. Había añorado Manhattan. Anduve con paso ligero, sin detenerme hasta llegar a mi destino. Busqué a Rachel. Estaba con Jake, besándose. Decidí avergonzarlos un poco. Me acerqué y carraspeé.
-¿Podríais no hacer eso en mi presencia?
Jake y Rachel se separaron, colorados como tomates.
-Lo siento, Mike-se disculpó Jake.
-Más te vale…-musité fingiendo estar enfadado.
Jake y Rachel se miraron.
-¿Venimos a patinar o a no hacer nada? ¡Espabilad!-ambos se movieron con rapidez y sin protestar. Tendría que hacer eso más veces.

Jake me pasó unos patines que me puse. Me levanté y esperé a que ellos estuvieran listos. Entramos en la pista y comenzamos a patinar. Rachel no pudo evitar sorprendiéndome cuando se cayó sobre el suelo (hacía años que no se caía). Jake y yo nos acercamos corriendo (o patinando, mejor dicho) y le ayudamos a levantarse. Ella afirmó que estaba bien pero salió del recinto. Nosotros salimos poco tiempo después y volvimos a casa.

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Capítulo 24

Abril me abrazó.
-Adiós. Te echaré de menos.
-Y yo-dije antes de besarla.
-Dale recuerdos a Rachel y a Jake.
-Lo haré.
Me separé de ella y me marché hacia el avión después de dirigirle una sonrisa. Sacudió la mano y se quedó hasta ver que yo desaparecía tras las puertas en dirección al avión. Subí y me senté en mi asiento. El viaje se hizo largo y pesado. Cuando descendí del avión, mis padres, Rachel y Jake me esperaban. La primera en saludarme fue Rachel que corrió a abrazarme.
-¡Mike!-exclamó.
-¡Rachel1 ¡Te eché mucho de menos!
-Ya, seguro-sonrió y me guiñó un ojo.
Sonreí y me acerqué a ver a mis padres. Mi madre me abrazó y me acribilló a preguntas antes de que mi padre me palmeara el hombro con cariño. Jake fue el último en acercarse. Se había mantenido en un segundo plano todo el tiempo.
-¡Hola! ¿Qué tal todo?-comenzamos a caminar a la salida del aeropuerto.
-Muy bien, ya sabes que aprobé todo ¿y tú? ¿Cuántas suspendiste?
-Ninguna-dijo con aire triunfal.
-¿Con qué sobornaste a los profesores?-bromeé.
-No los soborné.
Era bien conocido que Jake no era buen estudiante. Casi siempre suspendía un mínimo de dos y un máximo de todas.
-Veo que empiezas a estudiar o, a abrir un libro.
-No te creas-rió.
En el parking hacía mucho frío y todos aceleramos el paso hasta el coche. Mi padre sacó las llaves del bolsillo y abrió. Me senté detrás, al lado de Rachel.
-Estamos muy contentos de que vayas a estar unos días aquí-dijo mi madre.
-Yo también, echaba de menos Manhattan. Y a vosotros, claro-añadí.
-Me aburrí mucho-confesó Rachel-No tenía a ningún hermano mayor al que molestar.
-Yo también, no tenía una hermana pesada-reí.
Me apretó el brazo y sonrió.
-Lo vamos a pasar genial. Haremos todo lo que siempre hicimos en Navidades.

Sonreí ante la idea. Iban a ser diez días geniales, aunque no estuviera Abril.

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Premio :D

 Este premio me lo ha dado May de http://amormasalladelaunicidad.blogspot.com/ Se lo agradezco muchísimo y os recomiendo su blog que es genial. Y las normas son decir quien te otorgó el premio y dar el blog a cinco personas más.
Yo le otorgo el premio a: (redoble de tambores) xD
1º_ Fairytale http://desdeelprincipio5.blogspot.com/
2º_ Madli Deipma http://mas-alla-de-la-imaginaciom.blogspot.com/
3º_ Lau(: http://unahistoriacomplicada.blogspot.com/
4º_ Isas http://laleyendadelguerrero.blogspot.com/
5º_ Sofía Lima http://comodicela-cancion.blogspot.com/

Me gustaría dárselo a muchísima más gente pero sólo son cinco. Estos son elegidos de hoy, otro día pues otros xD

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Capítulo 23

Los días continuaron su curso y cada vez Abril y yo nos veíamos menos. Entre exámenes y trabajos no teníamos tiempo libre. Alguna vez fuimos juntos a la biblioteca pero no demasiadas veces, no lográbamos concentrarnos.
-No sé si ir un par de días a Manhattan-dijo un día cuando descansábamos de tanto apunte, libro y trabajo.
-Mejor quédate. Yo solo voy diez días y será justo en las fiestas-me encogí de hombros-Ya verás la nieve en Nueva York otra vez.
-Tienes razón-asintió.
-Claro-sonreí antes de volver a estudiar.

***



Clara se me acercó un día, antes de un examen.
-Hola, Mike.
-Hola.
-Hace mucho que no hablamos, ¿no crees?
-He estado muy liado con los exámenes.
-¿Puedes quedar un día de estos?
-Cuando acaben los exámenes tendré un par de días libres antes de ir a Manhattan.
-Pues espero que puedas quedar conmigo.
Sonreí asintiendo, aunque tenía tantas ganas como de tirarme desde la fachada del Empire State, ningunas.



***


Salí muy contento de clase. Había logrado aprobar todas. Me acerqué a la Facultad de Periodismo. Todavía faltaba un rato para que Abril saliera y me senté a esperarla. Cuando salió le sonreí.
-¡Aprobé! ¿Tú?
-También-dijo sonriendo.
-¡Qué peso nos quitamos de encima!
-Tienes razón-volvió a sonreír.
-¿Nos vamos a algún lado?
-Vamos a tomar algo caliente que me voy a congelar.
Asentí y fuimos a tomar un café.



***


Tres días después quedé con Clara.
-Hola, Mike.
-Hola, Clara.
Comenzó a caminar.
-¿Vamos a tomar algo?
Le di la razón, con ese frío no era bueno pasear.

El camarero se acercó a anotar nuestro pedido.
-Dos cafés con leche-dijo Clara.

Me miró, noté como trataba de sacar el tema de conversación.
-¿Cuánto tiempo vas a Manhattan?
-Diez días.
-¿Las Navidades?
Asentí. Su móvil sonó. Lo miró, contrariada.
-Es mi hermana, me tengo que ir a buscarla. ¡Mira que es pesada!
Sonreí y me despedí de ella que se bebió su café con leche de un trago antes de marcharse.

Esa misma noche hice una pequeña maleta para ir a Manhattan.

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Capítulo 22

Una fría mañana de finales de noviembre Abril y yo fuimos a un parque muy bonito y recóndito. Nos sentamos en un banco, el que estaba menos congelado.
-¡Qué frío!-exclamó Abril frotándose las manos enguantadas. Cuando habló, se formó una nube de vaho.
-¿Aquí nieva?-pregunté, muy interesado.
-No-negó con la cabeza.
Me decepcioné un poco. Me encantaba la nieve. De niño, solía jugar con Jake o  Rachel a lanzarnos bolas de nieve y escondernos tras los árboles de Central Park.
-Me gustaría ver Central Park nevado-dijo Abril adivinando mis pensamientos.
-Es precioso. ¿Has pensado que hacer estas Navidades?-pregunté.
-Quedarme en casa y, seguramente, ir una semana a las afueras. ¿Por?-me sorprendió que no sospechara la idea que se me ocurriera.
-Podrías venir unos días a Manhattan-sonreí.
-Oh-se sorprendió-No sé tendré que estar con mis padres en las fiestas ¿no?-me miró.
-Ya, pero porque faltemos unos días a la Universidad no pasa nada-sonreí.
Sonrió.
-No lo sé, Mike-me percaté de que la idea no acababa de convencerla.
-Da igual-le resté importancia.
-Si quiero ir, no pienses que no, pero siempre paso las Navidades en Barcelona-agachó la mirada.
-¡Y yo en Manhattan!-dije con fingida indignación.
Rió y me abrazó con fuerza.
-¿Soy tu estufa personal, o qué?-la abracé.
-Las tradiciones pueden cambiar-murmuró.
-Esa es la actitud-sonreí.
Rió de nuevo y se separó meneando la cabeza.
-¿Nos vamos, estufita?-bromeó.
-¡Sí!
Me levanté y nos marchamos, paseando a buen ritmo.
-¿Vamos a mi casa?
Asentí y nos marchamos a su casa, en busca de calor.

Cuarenta y cinco después entramos a su casa. Normalmente el camino nos habría llevado una media hora pero cuando salimos del parque teníamos los pies congelados. Y costó que la sangre volviera a fluir por ellos.
-¡Qué gusto!
Se acercó a los radiadores, giró la ruedita para que expulsasen el mayor aire caliente posible y apoyó las manos, ya sin guantes, encima.
-¡Hazme un sitio!-exclamé, empujándola.
-¡Oye! ¡Qué es mi radiador!-me empujó.
-Era tu radiador-corregí, apartándola y haciéndome con sus dominios.

Mostré una sonrisa triunfal.
-Sácate de ahí…-amenazó con el dedo en alto.
-¿O qué?-me burlé.
-No te besaré jamás-rió.
-¿Estás segura?-pregunté a la vez que me acercaba a ella, que retrocedió un paso.
-Segurísimas-frunció los labios.
Reí y me abalancé sobre ella, el moviendo inesperado la cogió inesperada. La inmovilicé y acerqué mis labios a los suyos. La besé y el tiempo se detuvo para ambos. Con delicadeza nos volvimos a besar durante otro tiempo interminable. Cuando al fin nos separamos sonreí.
-¿Así que no me ibas a besar?
-Me besaste tú-protestó-Eso no cuenta.
-¿No cuenta? ¡Tú me devolviste el beso!
-Sí, seguro…
Dejé de discutir y señalé el sofá. Me senté y, con los nudillos, golpeé a mi lado, indicándole que se sentara. Obedeció y se apoyó sobre mi pecho.
-¿Te molesta si me duermo?-dijo tratando de reprimir un bostezo.
-Para nada.
-Es que dormí fatal-dijo.
-Si, ¿por?-la pregunta que formulé, casi alzar, hizo que se revolviera, incómoda.
-No lo sé-musitó al fin.
Mentía. Me extrañé. ¿Qué le habría quitado el sueño? Me quedé pensando pero, para cuando me rendí ella ya dormía placidamente.

Un par de horas después, ella despertó y preparó algo de comer, antes de que yo me fuera a mi casa.


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