Capítulo 23

La mañana siguiente fue lluviosa. Odiaba la lluvia pero intenté que eso no me deprimiera. No volvería a pensar en Diego. Él no era para mí y, tampoco, era como yo pensaba. Me tenía muy engañada. Pensé un buen plan para por la tarde pero solo se me ocurrió ver una película, así que, decidí preguntarle a Mike en el trabajo. Los días lluviosos nunca fueron los días de mi mayor grado de imaginación.
Busqué un paraguas en la maleta. Pensé que se me había olvidado, pero ahí estaba, en el fondo, por supuesto. Nunca me había alegrado tanto de ver un paraguas. Sonreí aunque nadie me viera aunque eso no era lo importante. Miré por la ventana antes de salir. Las calles estaban llenas de manchas circulares de color. Había cientos, tal vez miles. Pensé en ellos como una plaga pero eran simples paraguas. Llamé al ascensor y me metí dentro. A medio camino el ascensor se paró. Me asusté pensando que en las pelis de miedo siempre suceden cosas así pero me decepcioné un poco al comprobar que solo era una vecina que llevaba dos niños pequeños. El mayor tendría siete años y el pequeño cinco. La madre los regañó por armar tanto jaleo pero ellos no le hicieron caso. Sonreí a los pequeños y dirigí una mirada de compasión a la madre. Salí del ascensor y me dirigí a la heladería.
Cuando llegué, Mike no estaba. Me decepcioné un poco pero entré. El dueño, que era el encargado de abrir por las mañanas, me dijo que Mike vendría más tarde y me preguntó si me las apañaría sola en el local. Asentí y él se marchó.
Llevaba unas dos horas cuando Mike apareció. Parecía que a él no le deprimía la lluvia y me pregunté si habría algo que borrase la sonrisa de su rostro. Me saludó y fue a por su camiseta. Cuando volvió, empecé a hablar:
-Oye, Mike-me miró, interrogante- ¿Qué se puede hacer en Nueva York los días de lluvia?-se me quedó mirando, extrañado.
-Depende de si te gusta mojarte o no-dijo sonriendo, divertido.
-Mejor algo que no conlleve mojarse.
-Pues o visitas museos y eso o vas al cine, o a tomar algo, o de compras. Hay muchas cosas para hacer.
-Humm… Es que necesito un plan para hoy.
-¿Vas a ir a algún museo?
-No tengo muchas ganas. ¿Qué pelis hay en el cine?
-Hay una que dicen que está bastante bien, una comedia romántica. Yo quiero ir a verla-¿eso era una indirecta? ¿Por qué no me decía directamente si íbamos a verla juntos? ¡Qué raro!
-Si quieres la vemos hoy- se sonrojó un poco y me sonrió, radiante.
-Perfecto. ¿A qué hora?
-No sé a que horas son las sesiones…
-¡Ay, claro! ¿La primera de la tarde?-lo miré interrogativamente- A las cuatro y media te recojo en tu casa.
Acepté y seguimos hablando y trabajando. Lo bueno de la heladería Mc Gregor era que como no había demasiado ajetreo tenías tiempo para hablar. Pensé en cuando Mike estaba solo en la heladería y lo compadecí. Debía de sentirse muy solo.
A la salida del trabajo no llovía. Eso me alegro un poco. Podría librarme del paraguas durante un tiempo. Caminé velozmente hasta mi casa donde cociné y comí. Como me sobraba tiempo me senté en el suelo, al lado de la ventana del salón a mirar la lluvia. Las gotas se deslizaban sigilosas por el cristal de mi ventana, huidizas.
A las cuatro y media en punto Mike llamó a mi timbre. Hasta ese momento no me di cuenta pero había estado mirando el reloj todo el tiempo, esperando su llegada. Bajé en el ascensor hasta el portal, donde Mike me esperaba, en el repecho para no mojarse. Nos dirigimos andando hasta Times Square.
-Estuve mirando la cartelera y todavía sigue la nueva de Harry Potter, ¿prefieres ver esa? Si no la viste, claro-solté una grito ahogado.
-¡Vamos a verla! Me encanta y no la he visto en español.
-¿Eres fan de Harry Potter?-me miró, escéptico.
-¡Oh, vamos! ¿Tú no?-lo miré como si estuviera loco.
-Ni me va ni me viene-dijo Mike, encogiéndose de hombros.
-A mí me encanta. Lo adoro. Leí los libros y vi todas las películas.
Hablamos todo el camino. Yo defendiendo a Harry y el diciendo que no entendía las películas, que cada vez eran más complejas y yo bromeé con él diciéndole que eso es que no era muy listo. Reímos y disfrutamos del trayecto. Me di cuenta de que cada vez disfrutaba y necesitaba más su compañía.
Entramos al cine. Era grande y yo me habría perdido si no llega a acompañarme Mike. Compramos las entradas y fuimos a comprar palomitas. Cogimos un paquete enorme de palomitas para compartir. Entramos en el cine, buscamos nuestros asientos y nos sentamos. Mientras veíamos los anuncios una duda surgió en mi mente.
-Ey, Mike-me miró extrañado por el tono de preocupación que mostraba mi voz.
-¿Qué?
-¿Entenderé algo?
-¿No eras tú la experta en Harry Potter?-sonrió y me pareció que su sonrisa brilló en la oscuridad reinante.
-Me refiero al idioma.
-¿Tú me entiendes?-lo miré pensando en la tontería que acababa de decir.
-Estoy hablando contigo, así que te entiendo.
-Pues entonces entenderás pero tienes que estar atenta porque hablan bastante rápido.
Nos callamos porque empezó la peli. Más o menos iba entendiendo. Sonreí cuando mi mano tropezó con la de Mike en busca de palomitas.
-Mira lo que ha dicho-susurré, casi al oído de Mike.
-Veo que lo entiendes-dijo.
Ambos nos callamos para escuchar lo que Lord Voldemort estaba diciendo.
A mitad de película, Mike me agarró la mano. Me sentí extraña, como si una pequeña descarga eléctrica recorriera mi cuerpo pero no retiré la mano.
Al acabar la película no conseguí evitar que una lágrima escapara de mis ojos. Me acordé de la gota del cristal, huidiza, fugaz. Nos levantamos de nuestros asientos y seguimos a la muchedumbre hacia la salida.
-¿Te gustó?
-Me encantó.
Mike atrapó con el dedo la lágrima que había escapado de mis ojos y la miró en silencio, reflexionando.
-Mi hermana también lloró con la película-comentó Mike.
Sonreí pensando en Rachel. Era tan impulsiva. En el fondo, me parezco a ella. ¿Si no que estoy haciendo en Manhattan, a miles de kilómetros de mi hogar?

Salimos en silencio del cine y fuimos a tomar algo. En la calle llovía ferozmente y para cuando entramos en un café ya estábamos empapados.
Yo pedí un café con leche y Mike, un descafeinado. Bebimos en silencio, mirando por la ventana la lluvia. Cuando la lluvia amainó nos dirigimos a mi casa. Le pregunté a Mike si quería subir a secarse pero se negó y se marchó a su casa.
En casa no paré de pensar en ese sentimiento que había surgido cuando Mike me agarró la mano en el cine.

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3 Responses to Capítulo 23

  1. ¡Cada ves me encanta más! En serio, sigue escribiendo que tu lo vales :)

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  2. Qué bueno!! Aunque una de miedo con el consiguiente agarrón de manos por los sustos... no hubiera estado mal ;) jejej Como siempre, genial... Espero el siguiente

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  3. Umm... esto se pone interesante! ya me daba un poco de pena Mike, que Abril no le hacia mucho caso... Hasta ahora!! jeje =)

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