Mi Vida En Manhattan

Cuando estaba en el césped de la Facultad Clara se acercó a mí.
-¡Hola!-una sonrisa se extendió por su rostro.
-Hola-me forcé a devolvérsela.
-¿Qué tal todo?
-Muy bien-pensé en Abril y contuve una sonrisa.
-¡Qué bien!-dijo, sin demasiado entusiasmo. Me observó con ojo crítico, intentando averiguar si mis palabras eran verdad.
-¿Y tú? ¿Qué tal?
-Se va tirando-se encogió de hombros-¿Qué vas a hacer hoy por la tarde?
-No lo sé-fruncí el ceño tratando de recordar si tenía planes. No, no tenía.
-¿Te apetece quedar?-la miré intentando saber a que se refería-Para estudiar, claro-dijo meneando la mano de arriba a bajo.
-Tengo que hablar primero con mi novia, ahora te digo.
Saqué el móvil del bolsillo y marqué el número de Abril.
-¡Hola, guapo! Date prisa que tengo clase en… hummm… treinta segundos-rió.
-¿Tienes algo que hacer por la tarde?
-No ¿por?
-Es que estoy pensando en ir a estudiar a la biblioteca-no quería contarle que con Clara.
-Vete. ¿Por qué me preguntas? Eres libre de hacer lo que quieras-exclamó.
-Ya pero…
-¡Qué peros ni que peras! Tengo clase ya. Un beso. Te quiero.
-Y yo-cuando lo dije, ya había colgado.
Permanecí unos instantes con el teléfono en la mano. Después, lo guardé.
-Sí, puedo quedar-le dije a Clara que no había apartado la vista de mí un solo instante.
-Te espero en la puerta de la biblioteca a las cinco-murmuró antes de alejarse.
Me levanté, comprobando el reloj. Decidí saltarme la última clase y me marché a caminar por Barcelona. Mis pasos me llevaron a una plaza adoquinada, con una fuente y unos bancos. Me acomodé en uno y cerré los ojos sintiendo la lluvia resbalar por mi rostro. Cuando la llovizna se hizo más persistente me levanté y me dirigí a mi casa. Me tumbé en el sofá, encendí el televisor e hice zapping. Como localicé la MTV dejé reposar el mando sobre mi pecho y vi como Paris Hilton buscaba amigas. Reí en silencio. ¿Quién me iba a decir a mí que algún día vería ese programa? Cuando al final del programa Paris había expulsado a varias candidatas que con diversas reacciones (gritos, lloros y llantos, aparente indiferencia) habían abandonado el reality me decidí a cocinar algo. Un poco de beicon y unas patatas fritas. Simple pero sabroso. Tendría que aprender a cocinar, enseguida. Mastiqué sin prisa y, al terminar de fregar, encendí un rato el ordenador. Estuve en mi Facebook, consulté mi correo electrónico y me desconecté antes de apagar el equipo. Cogí mi mochila donde guardé un paraguas y me marché a la biblioteca.